Hace ya unos días que intento hacer un balance de todo el año ya acabado, pero dado que mi memoria es algo tramposa, no lo logro.
Es que me dio tanto bueno como malo.
No se si medir lo obtenido, en cantidad o en intensidad.
Sostengo que hay relaciones que son intensivas pero cortas y otras en cambio, son extensivas y constantemente playas, o mejor dicho poco profundas y centradas.
Mi relación con la vida en el ya cesante período fue, entonces, intensivamente extensiva.
Me dio un gran amor, mi mejor amor y mi mejor canción; vivencias hermosas, inolvidables; gente y vínculos nuevos, personas maravillosas; una separación; un padre herido y una madre enferma; fe, garra y un quiebre espiritual; pasión por el arte, locura por el turismo e incondicionalidad con los eventos; me quitó el hambre y el sueño; me mostró que nunca es demasiado, que siempre se puede un poco más y así me dio mas presión, más angustia y mucho más que soportar; me mostró la cuota de responsabilidad que tengo sobre mi familia, mis hermanos, y enseñó a ponerle el hombro a mi ídolo para que no caiga.
Me dio un amor que me desbordó y no supe cuidar y mimar lo suficiente; me dio una herida, una grieta que aún sangra como el más acaudalado río. Me dio amor de familia, me dio una amiga, una hermana, un trabajo y desiluciones.
Me dio besos y le robé abrazos, pero me los terminó sacando a ambos.
Uff... Que año se fue!!
Sí, al fin pasó, para darle paso a uno nuevo, para abrirme el corazón y ver que es lo que queda, que es lo que aún no se secó.
Sueño con cumplir mis objetivos, con volver a soñar y volver a mis raíces, esas a las que nunca fui y anhelo regresar. Sueño con dormir con mi amor otra vez, y soñar sueños soñados y cumplirlos.
Dame fuerzas, 2009, las convicciones corren por cuenta mía, dame esperanzas
y pedile al traidor que ya la espalda nos dio, que me devuelva mi amor.
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